“Yo siempre dije que era esto o nada: no hay plan B”. Esa frase resume la decisión que Maxi Salas, artista tucumano de 20 años, tomó cuando apenas era un adolescente que producía beats en su computadora. Instalado en la Ciudad de Buenos Aires hace ya cinco meses, “Salas Flaco” ya vive de la música, comparte escenarios como Niceto, Uniclub, Roxy con referencias del trap, y prepara su primer gran show propio. En medio de ese vértigo, concedió una entrevista a LA GACETA.

Los sonidos de Maxi se caracterizan por una base de trap español con ambient, hiperpop y electrónica con sintetizadores envolventes, y un uso destacado de efectos vocales, como el autotune. Esta amalgama de influencias crea una música fresca y contemporánea, que resuena con una audiencia joven y diversa. “Me gusta experimentar. No pienso en los números, ni en pegarla, lo que más me importa es transmitir lo que siento y lo que vivo”, explica este artista tucumano.

Su identidad creativa le permitió ganarse un espacio propio, al punto de grabar con Bhavi, emblema de la escena trap argentina. Hoy suma casi 100 mil oyentes en Spotify, ya participó en diez shows de unas 500 personas en dos meses y el próximo 17 de octubre será parte de la presentación del disco "Sentimental Gangster 2" de Juicynise, donde también participará otro tucumano, Enzo Cero Bulto, y esperan más de 1.500 concurrentes.

ABRIÉNDOSE CAMINO. El Flaco Salas dejó Tucumán para perseguir su sueño musical con un sonido propio entre trap, hiperpop y ambientes electrónicos. / CORTESÍA MAXI SALAS

Hacer música desde los 13

La historia de Maxi empezó a los 13 años, frente a la PC, cuando componía canciones para amigos porque todavía no se animaba a poner su voz. Recién a los 16 se decidió a grabarse y ahí entendió que su futuro estaba en ese mundo. “A los meses de empezar ya sabía que era para siempre, que no había otra cosa para mí. En el colegio me iba pésimo y por ahí sentía que nadie me entendía, pero yo estaba convencido de lo que hacía”, cuenta.

En su casa no lo miraron con desconfianza. Al contrario, sus padres lo apoyaron desde el principio porque vieron que no era un hobby pasajero, sino una pasión real. Esa confianza fue clave cuando, a los 19, se animó a dar el salto. “De a poco me di cuenta de que mi público era de Buenos Aires. Eso fue lo que me impulsó a mudarme”, expresa. Y lo hizo con un amigo y colega músico, Jeremías Roitman “Lil Roi”.

“Al principio fue durísimo: vivíamos en Airbnb porque no encontrábamos departamento, no teníamos trabajo fijo. Yo entré de cajero en un supermercado y duré dos semanas. Después me dije: me la juego con la música”, detalla sobre la experiencia de mudarse sin ninguna certeza.

TRAP, HIPERPOP Y ESTILO PROPIO. El artista tucumano vive de la música en Buenos Aires y ya suma miles de oyentes en Spotify. / CORTESÍA MAXI SALAS

Un camino que sigue

La apuesta salió bien. En pocos meses empezó a ganar dinero con sus shows y a armar una red de contactos. Duki fue uno de los primeros en seguirlo en redes y, a partir de ahí, todo se aceleró. Un día estaba en el estudio Young Flex; cayó Bhavi y de manera espontánea grabaron un tema juntos, con videoclip incluido. “Fue muy loco, porque ellos me dijeron que lo sacara cuando quisiera. Se coparon un montón”, recuerda Maxi.

Detrás de cada fecha y contacto está su mánager y primo de corazón, Fausto Volto, quien se mudará a Buenos Aires para acompañarlo en este camino. Su gran apuesta es cerrar el año con la presentación de su primer álbum. “Es arriesgado porque suele ser caro y a veces se pierde plata, pero es mi sueño: tocar solo mi música para la gente que me viene bancando”, dice.

Lo que más disfruta Salas es ver a la gente cantando sus canciones en los shows, incluso temas que hizo con 17 años y que nunca imaginó que se conocerían. “Materializarlo es una locura”, admite este artista que recibe regalos, como remeras con su cara, y mensajes de fans que lo inspiran. Lo más difícil, confiesa, es la exposición como artista.

Sobre lo que viene, mantiene la misma filosofía que lo acompañó desde chico, hacer lo que ama sin obsesionarse. Con su corta experiencia, resume: “muchos artistas se vuelven locos con la fama, la ansiedad de los seguidores o de si mañana los van a dejar de escuchar. Para mi uno es fiel a lo que hace, las cosas llegan. Si mañana nadie me escucha, ya está, igual habré hecho lo que quería”.